Julio
Romero de Torres, pintor, profesor y académico. Nació en
Córdoba en 1874, en una vivienda anexa al Museo de Bellas Artes, que
ocupaban sus padres, porque el pintor Rafael Romero Barros era el
conservador y director del citado museo. Falleció en 1930 a los 55
años de edad.
Está
considerado como el más popular de los representantes del
regionalismo pictórico andaluz y uno de los retratistas más
cotizados de España e Hispanoamérica.
Familia
Sus
padres tuvieron una prole muy numerosa de los cuales tres hijos
fueron pintores. En 1899 Julio contrajo matrimonio con Francisca
Pellicer López con la que tuvo tres hijos.
Formación
Al
igual que sus otros dos hermanos, Rafael y Enrique, comenzó su
aprendizaje, siendo niño, bajo las órdenes de su padre en la
Escuela de Bellas Artes de Córdoba. De su padre heredó el gusto por
el realismo, como refleja en muchos de sus paisajes y bodegones. Tuvo
un gran afán por aprender y vivió intensamente la vida cultural
cordobesa de finales del siglo XIX y pudo compartir ya desde muy
joven todos los movimientos artísticos dominantes de esa época.
En
1906 marchó a Madrid, para documentarse y satisfacer su inquietud
renovadora. Después realizó viajes de aprendizaje por Italia,
Francia, Inglaterra y los Países Bajos.
Docencia
En
1899 obtuvo plaza de auxiliar gratuito de Colorido y Composición en
la Escuela Provincial de Bellas Artes de Córdoba. En 1916 se
convirtió en catedrático de Ropaje en la Escuela de Bellas Artes de
Madrid, instalándose definitivamente en la capital.
Inició
su vida profesional como ilustrador, trabajando en prensa y revistas
locales y nacionales, como la "Unión de Córdoba", "El
Imparcial", "La Gran Vía" . En 1890 con 16 años
pintó la que sería su primera obra conocida “La huerta de los
Morales”. A partir de 1896, Romero de Torres participó en la
restauración de los artesonados de la Mezquita-Catedral de Córdoba.
En
1913 fue nombrado vocal del Patronato del Museo en cuyo edificio
había nacido y para el cual trabajaría, a partir de 1914, en la
catalogación y restauración de sus colecciones, y fue nombrado
ayudante del director.
Trayectoria
artística
Dos
etapas se dan básicamente en su pintura, la anterior a 1907, en la
que sigue varios estilos desde el realismo al modernismo, y la
posterior a esa fecha, con el estilo personal e invariable que le
hizo famoso, sacado de un profundo estudio de Rafael y Leonardo, que
le entusiasmaron a raíz de su viaje a Italia.
En
la producción de su primera época ocupan un lugar destacado los
bellos paneles realizados en1905 para el Círculo de la Amistad de
Córdoba, que representan alegorías de las Artes y las Letras.
En
1907 pintó Nuestra Señora de Andalucía, obra que inicia su
estética de madurez y en la que puede verse su interés por la
región y por los planteamientos historicistas. Presentada ésta a la
Exposición Nacional de 1908, obtuvo sin embargo Medalla de Oro con
otro de sus lienzos, “Musa gitana”. Volvió a cosechar galardones
en 1911 en Barcelona, por “El retablo del amor”, y en Munich en
1913.
Protagonizó
un sonado escándalo cuando el jurado de la Nacional le dejó sin
medalla en 1912; promovido por la prensa y cierto grupo de
intelectuales amigos. En desagravio se le fundió una medalla de oro
y el Gobierno le concedió la Encomienda de la Orden de Alfonso XII.
En la Exposición Nacional de 1915 se le reservó una sala especial.
Pabellón
español
A
partir de 1916, su obra comenzó a representar el pabellón español
en diversos certámenes internacionales, convocados en París,
Londres, etc.
Estancia
en Madrid
En
1915, Romero de Torres se estableció en la madrileña Carrera de San
Jerónimo e instaló su estudio en el Palacio de Longoria, famoso
edificio modernista que ha sido sede la Sociedad General de Autores.
Su
carácter sociable le facilitó conocer, durante su estancia en
Madrid, a los intelectuales destacados de la época. Asistía a
tertulias con Ortega y Gasset, Jacinto Benavente, Manuel y Antonio
Machado, Pérez de Ayala y los hermanos Álvarez Quintero. Conoció a
Joaquín Costa, y entabló estrecha amistad con Ramón del Valle
Inclán. Con éste participó en tertulias, a las que asisten
artistas e intelectuales de la talla de los hermanos Baroja, Ignacio
Zuloaga, José Gutiérrez Solana, Rafael de Penagos... También
estableció amistad, y pinta para la posteridad, a un joven,
discutido y prometedor matador de toros: Juan Belmonte. "Machaquito",
ya figura de los ruedos, también fue inmortalizado por el retratista
cordobés.
Éxito
artístico
El
gran momento de éxito se produjo en Buenos Aires, el año 1922. En
agosto de ese mismo año Julio Romero de Torres había viajado a la
República Argentina acompañado de su hermano Enrique, y en los
últimos días de este mismo mes se inauguró la exposición, que fue
presentada en el catálogo por un espléndido texto de Ramón
Valle-Inclán. La muestra constituyó un éxito sin precedentes.
Posteriormente participó en múltiples exposiciones individuales en
nuestro país y en el extranjero.
Exposición
Iberoamericana de Sevilla
Su
participación en el pabellón de Córdoba de la Exposición
Iberoamericana de Sevilla de 1929 tuvo un gran éxito. Allí se
presentaron veintiocho pinturas suyas, en una sala monográfica
decorada por su hermano Enrique con lujosas telas diseñadas en el
taller veneciano de Fortuny fue inaugurada a principios de 1930,
pocos meses antes de su fallecimiento.
La
chiquita piconera
Cuando
Julio Romero de Torres, estaba agotado por el exceso de trabajo y
afectado de una dolencia hepática, volvió a su Córdoba natal para
tratar de recuperarse. Pintando en su estudio de la Plaza del Potro,
realizó entre los meses de enero y febrero la que sería su obra
final y más conocida, “La chiquita piconera”, que resume la
concepción que el artista tenía de la pintura. La modelo se mueve
dentro de un realismo idealizado, nos mira de forma directa y
sosegada, mientras deja caer sus brazos relajadamente. El fondo es un
atardecer sobre Córdoba.
Academias
Fue
miembro de la Real Academia de Córdoba y de la de Bellas Artes de
San Fernando. Fue miembro del Ateneo y de la Sociedad Económica de
Amigos del País .
Fallecimiento
Falleció
en 1930, a los 55 años de edad en su casa de la Plaza del Potro, en
Córdoba. En señal de luto cerraron comercios y tabernas. Su féretro
se expuso en el Museo Provincial y en el cortejo fúnebre son obreros
cordobeses los que llevaron a hombros hasta su última morada en el
cementerio de San Rafael, donde posteriormente se erigió un
monumento en su memoria.
Museo
Julio Romero de Torres
El
grueso de su obra se encuentra en Córdoba en el Museo Julio Romero
de Torres, donde se puede admirar el amplio repertorio de cuadros que
fueron donados por su familia, por coleccionistas privados o
comprados por el Ayuntamiento. Entre las obras más destacadas de
este maestro figuran Amor místico y amor profano, El Poema de
Córdoba, Marta y María, La saeta, Cante hondo, La consagración de
la copla, Carmen, La chiquita piconera o El retablo del amor.
Valoración
artística de la obra de Julio Romero de Torres
Las
características principales de su obra pueden resumirse en
simbolismo, precisión de forma y dibujo, luz suave en ropajes y
carnes, extraña luz de escenarios, Poética artificiosidad de
escenarios, Dominio de la morbidez , Capacidad enorme para
representar la figura humana, Paisajes que refuerzan el simbolismo,
Paisajes donde la realidad se convierte en alegoría , Paisajes
listos para ser degustados por el alma "sin detenerse en la
superficie coriácea de las cosas y Paisajes desmaterializados para
su última vivencia con el espectador
A
raíz del lienzo titulado Musa gitana -que obtuvo el Primer Premio en
una Exposición Nacional celebrada en Madrid en 1908-, el pintor
cordobés adoptó una línea nacionalista y folclórica, atenta a los
tópicos meridionales y centrada, principalmente, en el retrato de la
mujer andaluza. Se trata de un estilo en el que predomina la mezcla
del retrato realista con un cierto aire idealista que sitúa a sus
figuras en un vago halo intemporal, como si pretendiera hacer de las
características físicas de la mujer andaluza un arquetipo universal
de la belleza femenina.
En
su tiempo fue aclamado por pintores, escritores y contempladores de
su obra, quienes celebraban la exaltación de los tópicos
nacionalistas difundidos por la obra de Romero de Torres; para
probarlo, baste con recordar que las monografías de su pintura y los
catálogos de sus exposiciones venían autorizados por comentarios
elogiosos de autores como Jacinto Benavente, Ramón María del Valle
Inclán, Gregorio Martínez Sierra o Santiago Rusiñol.
Reconocimientos
honoríficos
- En 1912 el Gobierno le concedió la Encomienda de la Orden de Alfonso XII
- En 1922 se le rindió un entrañable Homenaje en el Hotel Ritz de Madrid, al que asistió el cordobés José Sánchez Guerra como Presidente del Gobierno y un mes después se procede a su nombramiento por parte del Ayuntamiento de Córdoba de Hijo predilecto de la ciudad.
- Muchos hogares españoles exhibieron durante mucho tiempo reproducciones de las principales obras de Romero de Torres, casi siempre decorando las extensas páginas de unos enormes almanaques. Su recuerdo quedó vivo, además, en coplas y tonadillas folclóricas, y se hizo presente durante algún tiempo en las ilustraciones de sellos y papel moneda.
Autor: Feliciano Robles
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