José
Amador de los Ríos y Serrano, historiador, doctor, catedrático,
arqueólogo y académico. Nació en la localidad cordobesa de Baena
en 1816 y murió en Sevilla en 1878 a los 62 años de edad.
José
Amador fue un hombre polifacético, pero es más bien conocido como
historiador de la literatura hispánica antigua, historiador del arte
y arqueólogo.
Familia
Era hijo del escultor de Baena de José María de los Ríos y María del Carmen Serrano. Era hermano mayor del arquitecto Demetrio de los Ríos. Se casó con María Juana Fernández de Villalta, con quien tendría cuatro hijos y una hija que se casó con Francisco Fernández y González, erudito y rector de la Universidad Central de Madrid. Su hijo Rodrigo, fue escritor, historiador, orientalista, abogado, académico, director del Museo Arqueológico, profesor de la Facultad de Derecho y de la Academia de Jurisprudencia.
Formación
En Baena aprendió las primeras letras para proseguir su formación en Córdoba en el Colegio de la Asunción y en el Seminario Conciliar de San Pelagio; porque por avatares de índole político de su padre se trasladó a los nueve años con su familia a Córdoba.
Estudió
Humanidades y Filosofía y aprendió latín. Cuando tenía catorce
años su padre se empleó como escultor de los Reales Sitios y la
familia se trasladó a Madrid.
Prosiguió
sus estudios en el Colegio Imperial de San Isidro y se matriculó en
la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando para aprender
pintura con Federico de Madrazo.
Estudió
las lenguas francesa e italiana y literatura en el Ateneo madrileño.
En 1850 consiguió ser Doctor en Literatura.
Inicios literarios
Se inició escribiendo poesía, pero no pasó de ser un poeta bastante mediocre, y leyó las crónicas españolas y la Historia de Juan de Mariana, en el curso de 1836-37 concibió la idea de elaborar una Historia de la Literatura Española que publicó en 1841-42 traduciendo y ampliando la parte española de la Histoire de la Littérature du Midi (París 1813) del suizo Simonde de Sismondi.
Estancia en Sevilla
En 1837 la familia se trasladó a Sevilla por motivos profesionales en esta ciudad la Biblioteca Colombina se convirtió en el oasis generador de la actividad incesante y polifacética de José Amador de los Ríos: copiaba cuadros de Murillo, investigó y estudió códices históricos, literarios, arqueológicos; las tertulias y la actividad literaria lo conviertideron en el centro de atención y en un prolífico y fructífero creador.
Docencia
José Amador comenzó su carrera docente en 1848, año en el que consiguió la Cátedra de Literatura de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid, donde tuvo por discípulos a Antonio Cánovas del Castillo, Emilio Castelar, José Canalejas, Leopoldo Alas “Clarín” o Marcelino Menéndez Pelayo.
En
1853 fue nombrado Catedrático de Literatura extranjera por el
Ministerio de Gracia y Justicia.
En
1857 fue nombrado decano de la Universidad Central; lo que aprovechó
para realizar algunos viajes por archivos y bibliotecas nacionales y
extranjeras.
En
1862 el Ministerio de Fomento lo nombró Catedrático de Estética.
Fue elegido vicerrector en 1867 y rector en 1868, cargo del que fue
apartado por “La Gloriosa” durante poco tiempo, porque en 1870 es
devuelto a su cátedra en la Universidad por mediación de Juan
Valera,
Cargos públicos
A los veintiséis años, con el apoyo de personalidades como Pedro José Pidal (Ministro de Gobernación) y de su insigne amigo y protector el Duque Rivas, empezó una larga carrera de cargos públicos.
El
primero de ellos fue el de Oficial Primero de la Dirección del Plan
de Estudios, y desde ese cargo impulsó la creación de institutos de
segunda enseñanza por todas las provincias españolas.
Años
más tarde fue nombrado Secretario de la Comisión Central de
Monumentos.
En
1856 es nombrado Censor de Teatros, cargo que ocupa gratuitamente por
espacio de cinco años hasta 1861. Fue Inspector General de
Instrucción Pública entre 1856 y 1861.
En
1868 fue elegido director del Museo Arqueológico Nacional, aunque
dimitió tras “La Gloriosa” al ser destituido el 4 de diciembre
como rector de la Universidad; su hijo Rodrigo ocuparía después ese
puesto. En 1874 es nombrado Inspector General de Instrucción
Pública.
Publicaciones
Publicó su primer libro en 1839 que versó sobre una Colección de poesías escogidas con Juan José Bueno.
En
1844 publicó Sevilla pintoresca, que recogía los monumentos
más importantes de la ciudad.
En
1845 publicó Toledo pintoresca.
En
1848 publicó Estudios históricos, políticos y literarios
sobre los judíos de España, que fue traducida a varios idiomas.
En
1851 la Real Academia de la Historia le encargó la edición de
la Historia general y natural de las Indias, islas y tierra
firme del mar Océano de Gonzalo Fernández de Oviedo, que concluyó
en 1856.
Editó
además las Obras de Don Iñigo López de Mendoza, Marqués de
Santillana, con biografía, notas y comentarios en cuatro volúmenes,
que terminó de publicar en 1855.
En
1861 publicó el primer volumen de su Historia crítica de la
literatura española, dedicado a la literatura latina y a la poesía
de época visigoda y costeada por la reina Isabel II, con la que
tenía frecuentes audiencias.
En
1860 Inicia la obra Historia de la Villa y Corte de Madrid en
cuatro volúmenes, el último de 1864, junto con Juan de Dios de la
Rada y Delgado y Cayetano Rosell.
En
1870 empezó a escribir su Historia social, política y
religiosa de los judíos en España y Portugal, que saldría
publicada en 1875-76 en tres volúmenes.
Arqueología
Amador de los Ríos desarrolló una amplia labor en el ámbito del Patrimonio arqueológico y artístico. En 1839 representó a la Academia Sevillana en las excavaciones de Itálica que dirigía otro miembro de la misma, Ivo de la Cortina. Prolongadas durante cinco años, éste fue destituido y Amador de los Ríos quiso hacerse cargo de las mismas.
Escribió una obra que se conserva manuscrita en el Museo Arqueológico de Sevilla: Italica: Historia de esta ciudad famosa. En 1862 publicó una Memoria arqueológico-descriptiva del anfiteatro de Itálica .
Tesoro de Guarrazar
Su intervención fue decisiva en 1859 para retornar el tesoro visigodo de Guarrazar (Toledo), vendido a Francia sin permiso del Estado español. Además ordenó practicar excavaciones en el lugar del hallazgo y allí se descubrió la inscripción funeraria en la que, con Aureliano Fernández-Guerra, identificó unos versos de Eugenio de Toledo. Con estas experiencias redactó en 1861 El arte latino-bizantino en España y las coronas visigodas de Guarrazar; ensayo histórico crítico.
Museo Arqueológico Nacional
Reivindicó la creación de un Museo Nacional de Antigüedades, puesto que los gabinetes de la Biblioteca Nacional y de la Real Academia de la Historia ya no eran suficientes; Emil Hübner, que estaba en España recogiendo inscripciones epigráficas latinas, apoyó el proyecto y el Museo Arqueológico Nacional fue creado al fin en 1867; un año después José Amador fue designado su director, aunque tuvo que dimitir a causa de la revolución de 1868.
Academias
Fue nombrado académico honorario de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras en 1839.
En 1842 es nombrado socio de la Sociedad de Amigos del País de Baena y la Real Sociedad Patriótica de Córdoba y su reino lo acoge como socio en 1844.
En
1848 fue elegido Académico de número de la Real Academia de la
Historia, en cuya Comisión de Antigüedades participó activamente.
En
1858 ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con
un discurso (De la arquitectura mudéjar) en cuyo título introdujo
el concepto de arte mudéjar, definido previamente por él en su obra
Toledo pintoresca(1845) para designar el arte de los cristianos en
tierras musulmanas.
En
1862 es nombrado Académico correspondiente extranjero de la Societè
des Antiquaires de Normandie.
En
1875 participó como socio fundador en la Sociedad Geográfica de
Madrid, pero su salud estaba ya muy quebrantada y el médico le
ordena abandonar su trabajo.
Valoración crítica
Valoración crítica
Amador de los Ríos es, fundamentalmente, el autor de dos obra capitales que representan la gran aportación de un periodo de la investigación histórico-literaria a la cultura española: la Historia crítica de la Literatura Española y la Historia social, política y religiosa de los judíos en España y Portugal. Desgraciadamente su Historia de la Literatura sólo llega hasta la época de los Reyes Católicos, ya que de terminarse habría constituido un decisivo avance en el conocimiento de la historia literaria española, lo mismo que hoy se sigue considerando para el estudio de las épocas que comprende. En todo caso sigue teniendo plena validez el juicio formulado sobre ella por Menéndez Pelayo, quien la califica de “trabajo hercúleo”, digno de ser saludado “como un venerable monumento de ciencia y paciencia, de erudición y patriotismo”.
Autor: Feliciano Robles
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